El secreto más grande estaba en una cajita muy pequeña.
Pasé horas y horas deambulando entre los secretos, mirándolos uno a uno, incluso con una lupa que llevaba en mi mochila, una lupa que Loba no dejaba de oler y a la que Lucero daba de vez en cuando algún lametazo, obligándome a limpiarla para poder ver.
Pero nada. No encontraba mi secreto.
Hasta que de pronto un rayo de sol se posó sobre la cajita y la hizo brillar por un momento. El momento justo para que tuviera que ponerme las manos de visera y pudiera verla a pesar de ser muy pequeña.
Bueno, en realidad no era un secreto muyyy grandeee... No. Era un secreto pequeñito, pero de esos que cuando los conoces te ayudan a caminar porque son muy prácticos y te dicen claramente: "Por allí". Y de pronto no hay dudas y el pequeño secreto se convierte en un pequeño tesoro que ya no está escondido para mi.
He cogido la cajita con cuidado y la he guardado con mimo en el bolsillo interno de mi viejo chaleco, cerca de mi corazón. Éste quiero llevarlo conmigo.
He tomado del ramal a Lucero y mientras Loba correteaba a mi lado hemos salido al camino de nuevo para adentrarnos en el bosque, hacia el norte. Hacia las altas montañas. Nos quedan muchos días para caminar.
sábado, 26 de mayo de 2012
miércoles, 23 de mayo de 2012
El Lugar de Los Secretos
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