La niña me dijo que no todas las ánforas estaban siempre en el fondo del mar, que algunas emergían a la superficie en esos raros días en los que el Sol y la Luna se encontraban juntos en el cielo por unas horas. En esos momentos algún ánfora conseguía salir a la superficie y la mayoria de los rostros miraban contentos y agradecidos la luz y el cielo azul.
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