La primera vez que vi el libro estaba apilado con otros
libros viejos. Cuando lo abrí sus palabras apenas me decían nada, sin embargo ejercía
sobre mí la atracción de un imán, así que me empeñé en leerlo y poco a poco fui
encontrado significados, para darme cuenta después que contenía otros que ni siquiera había percibido.
Poco a poco entendí la clave: solo se podía entender desde
la propia experiencia. Por eso sé que hay capítulos que nunca entenderé. Pero con
cada experiencia nueva las palabras cambian, aunque sean las mismas, y después
de cada viaje, cuando vuelvo a encontrarme con él, el Viejo Libro me regala
contenidos nuevos. Aunque a veces, con bastante frecuencia, debo consultar a
una persona experta en la materia para entender algo más de lo que dice.
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