Cuando salí de la cueva el sol ya estaba alto en el cielo.
Me sentía con energías renovadas y empecé a caminar hacia el Sureste, hacia el
Lugar de los Secretos, sabía que Loba y Lucero me encontrarían en el camino. En
mis últimas horas de descanso había soñado con Loba, venía hacia mí por un río
en medio de otras imágenes dispares que se movían a su alrededor. En mi sueño la había visto radiante y contenta de encontrarnos de nuevo.
La encontré, o ella me encontró, unas horas después y me llevó hasta
dónde Lucero pastaba tranquilamente, fuera ya de las tierras rojas, y vino trotando, feliz al vernos. Descansamos
un rato para celebrar el reencuentro y emprendimos el camino de nuevo. Nos
quedaban varias jornadas hasta llegar al Lugar de Los Secretos.
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