sábado, 21 de abril de 2012

Mandalas del camino

Segunda noche en la cabaña...
Loba ha llegado esta mañana y se ha quedado acurrucada a mis pies, a ratos se asoma fuera y vuelve a enroscarse junto al fuego. Sigue lloviendo.

viernes, 20 de abril de 2012

Mandalas del camino

No ha parado de llover desde que salimos del Lugar del Sonido. El tiempo se ha ido poniendo más y más gris y al entrar en el bosque que hay de camino al Lugar de los Secretos, la niebla se nos ha echado encima, además mi mapa no se correspondía con todo lo que encontraba en el territorio. En mi mapa solo había un camino trazado, mientras que en el territorio me encontré con muchos senderos y bifurcaciones que no indicaban a dónde conducían. Algunos, los que me parecieron más significativos, los fui anotando en mi mapa, mientras caminaba sin saber muy bien a dónde iba a llegar.
Anoche, por fin, divisé una cabaña en el bosque y al acercarme vi que estaba semiderruida, pero entré de todos modos mientras Loba desaparecía en el bosque y Lucero mordisqueaba la hierba de los alrededores. Dentro estaba lleno de telarañas y con signos de no haber sido habitada en mucho, mucho tiempo, pero había una vieja y oxidada estufa de hierro y probé a ver si funcionaba. Saqué las cenizas, puse leña seca y al encenderla pegó una pequeña estampida que me llenó de hollín, ¡pero encendió! Durante un buen rato me dediqué a limpiar el espacio de lo que había sido la cocina, por suerte había algo de leña en una leñera. Tapé con unos plásticos que llevaba los agujeros por donde entraba el agua y limpié como pude una vieja mesa para poder utilizarla. Bueno, no era un hotel de lujo, pero el calorcito empezó a notarse y poco después podía sentarme y empezar a pintar un mandala a la luz de las velas que tuve la previsión de poner en mi mochila al empezar el viaje. No me sentía cansada, me había sentado bien el ejercicio y necesitaba poner en un mandala todos los colores que parecían haber desaparecido en el bosque. Saque el mandala que había dibujado el día anterior, pero esta vez mis manos se iban a los colores más fuertes, más chillones...y me dejé llevar. Esto es lo que salió.




Y este otro es el del día anterior. Cada día disfruto más diseñando y pintando mandalas, despues de andar unos kilómetros, el mejor momento es cuando puedo sentarme en cualquier sitio, sacar mis pinturas y centrarme sobre el papel mientras escucho los sonidos del bosque.





martes, 10 de abril de 2012

Mi sueño con Loba


Cuando salí de la cueva el sol ya estaba alto en el cielo. Me sentía con energías renovadas y empecé a caminar hacia el Sureste, hacia el Lugar de los Secretos, sabía que Loba y Lucero me encontrarían en el camino. En mis últimas horas de descanso había soñado con Loba, venía hacia mí por un río en medio de otras imágenes dispares que se movían a su alrededor. En mi sueño la había visto radiante y contenta de encontrarnos de nuevo. 
La encontré, o ella me encontró, unas horas después y me llevó hasta dónde Lucero pastaba tranquilamente, fuera ya de las tierras rojas, y vino trotando, feliz al vernos. Descansamos un rato para celebrar el reencuentro y emprendimos el camino de nuevo. Nos quedaban varias jornadas hasta llegar al Lugar de Los Secretos.

lunes, 9 de abril de 2012

El Lugar del Sonido


 

Me desperté muy pronto, antes de que empezara a clarear, y para cuando el sol empezó a alumbrar ya estábamos ante La Puerta. Las demás personas habían ido llegando también y esperaban tranquilas que la puerta se abriese.
Justo cuando los rayos del sol tocaron el centro del Gong, empezó a sonar con una vibración grave que parecía emerger de la tierra misma y que llegaba a cada rincón de mi cuerpo, a cada célula. La puerta se fue abriendo y pudimos pasar. Una vez dentro cada uno siguió su camino en silencio, como si el sonido del Gong hubiese llenado todo y sobraran las palabras. De hecho, lo que más me sorprendió del Lugar fue el silencio, apenas se oían nuestras pisadas sobre el terreno que se iba volviendo rojizo por momentos. Después de caminar un rato Loba empezó a inquietarse, se acercó a mi y supe que se estaba despidiendo: "vete, Loba, volveremos a encontrarnos a la salida". Sin duda ella ya había escuchado su sonido y necesitaba seguirlo. Poco después fue Lucero quien quiso irse. Recogí mis cosas de sus alforjas y le dejé marchar. 
Me había quedado sola, eché mi mochila a la espalda y seguí caminando aunque todavía sin escuchar nada, ningún sonido. 
Me paré a refrescarme junto a una fuente y mientras descansaba sobre una piedra, de pronto empecé a sentir una vibración, no era exactamente un sonido, era una vibración suave que subía de la tierra y que fue en aumento al volver a caminar, una vibración que guiaba mis pasos y era cada vez más clara y más fuerte, hasta llegar a la entrada de una cueva sobre una colina rojiza. A la entrada me descalcé y me tumbé sobre el suelo, la temperatura era muy agradable y mientras cerraba los ojos relajada ya, la vibración se convirtió en sonido, un sonido sanador que purificaba mi cuerpo y me llenaba de paz. Poco a poco me fui quedando dormida mientras el sonido se iba llenando de color. 
Me sentía completamente protegida, estuviera donde estuviera, estaba en casa.
Entre sueños creí ver un fuego en el centro de la cueva y escuché un murmullo de voces que se convirtió en canto, había personas alrededor del fuego que estaban trabajando con algo.
"Construimos un Templo" sentí que me decía una anciana, y me entregó un objeto rectangular. Era una caja vacía. "Para tu Templo", me dijo. El canto fue haciéndose más claro, más limpio, ocupando todo el espacio fuera y dentro de mi y transformándose en color. 
Cuando desperté no había rastros de fuego, pero a mi lado estaba la caja. La cogí, la guardé junto a mi y me volví a dormir.  Había encontrado mi sonido.

viernes, 6 de abril de 2012

La Puerta del Lugar del Sonido



Me costó irme del Lugar de La Comodidad, fuera llovía y hacía frío y estaba bien allí, acurrucada junto al fuego leyendo mientras comía manzanas asadas. Salía con Loba y Lucero para conocer el bosque y volvíamos cansados, después de recorrer rincones cada día diferentes, a la acogedora casa. No sé quién cuidaba el lugar, solo pude ver un gato dormilón que ronroneaba en la planta de arriba y que a veces desaparecía sin saber cómo ni por dónde salía. Dejé todo ordenado para que el próximo viajero encontrara el Lugar como yo lo había encontrado y salimos temprano, cuando apenas amanecía. Viajamos durante muchas horas y al oscurecer, cuando el sol acababa de ponerse, llegamos a a puerta del Lugar del Sonido, pero ya no se podía pasar hasta el día siguiente. Había otros viajeros que me informaron que La Puerta del Lugar del Sonido solo se abría dos veces al día, al salir y al ponerse el sol: entonces sonaba el “Gong” de la puerta y ésta se abría, pero ellos habían preferido esperar al día siguiente para poder contar con la luz del día en su camino.
Me acerqué hasta la puerta y pude ver el Gong y también el curioso “personaje” que guardaba la puerta y que, según me contaron, tan solo se aparta cuando el Gong suena, para volver inmediatamente a su puesto en cuando la última vibración del sonido se extinguía en el aire.
Busqué un lugar un poco apartado y al abrigo de unas rocas y me acomodé con Loba y Lucero para dormir. Había dejado de llover y el cielo estaba limpio y estrellado. Hacía frío, pero disfruté mirando el universo mientras me llegaba el murmullo de voces del pequeño grupo de personas que hablaban alrededor del fuego: “Dicen que ahí dentro cada uno oye solo su propio sonido…” fue lo último que escuché y me dormí con esas palabras.