Hacía mucho tiempo que no visitaba mi árbol, tanto que
todavía no había conseguido descifrar qué árbol era. Hace unos años, en uno de
mis viajes, un anciano que vendía frutos secos y semillas en un mercado me
regaló una semilla diminuta dentro de una bolsita que llevé al cuello en mi
viaje de vuelta a casa para no perderla (y también porque fue la recomendación del
anciano).
-“Deberás dejarla crecer sin pensar en qué tipo de árbol se
convertirá, porque fácil que te equivoques…es una sorpresa”.
La planté tal como me dijo y por un tiempo me olvidé de la
semilla, y cuando me acordaba mi fantasía se desbordaba y veía un árbol
majestuoso levantarse al cielo…
Hace poco, cuando volvía a la Abadía, pasé por el lugar en que la había plantado, y sí, tal como me dijo el anciano fue una sorpresa: era un manzano, un sencillo y pequeño manzano que apenas tenía cuatro frutos y que en mis continuos movimientos ni siquiera había cuidado, pero allí estaba…no es el árbol majestuoso que me había imaginado mientras caminaba por el Valle de los Sueños, pero es un árbol real, con raíces y tronco, ramas, hojas y frutos. Es mi árbol.
Hace poco, cuando volvía a la Abadía, pasé por el lugar en que la había plantado, y sí, tal como me dijo el anciano fue una sorpresa: era un manzano, un sencillo y pequeño manzano que apenas tenía cuatro frutos y que en mis continuos movimientos ni siquiera había cuidado, pero allí estaba…no es el árbol majestuoso que me había imaginado mientras caminaba por el Valle de los Sueños, pero es un árbol real, con raíces y tronco, ramas, hojas y frutos. Es mi árbol.
No hay comentarios:
Publicar un comentario